El dinero para quien lo trabaja, o la hipocresía de los pobres
Ricos los habrá siempre. Demos esto por sentado. La naturaleza tiene querencia por las distribuciones gaussianas, y con el dinero no iba a ser menos. Así, es natural que haya siempre un 20% de la población en posesión del 80% de la riqueza. Pero no es la función de distribución la cuestión que quiero hoy debatir, sino la propiedad de esta riqueza.
Durante generaciones hemos oído la arenga de “la tierra para quien la trabaja”, como paradigma de la distribución de la riqueza, como justo reparto del producto de la tierra entre las manos trabajadoras que la cultivan, frente a la usurpación por parte del terrateniente, simple propietario de la tierra y de los medios de producción. Los economistas marxistas han analizado largamente el fenómeno, y puesto de manifiesto la supuesta injusticia. Formas de pensar que todavía se estudian en las facultades, y cuyo ejemplo sigue presente en nuestra sociedad.
“Pero el destino”, como diría un tal Morfeo, “no estaba exento de cierta ironía”
Porque las tornas han cambiado. Este sistema llamado capitalista ha puesto la propiedad de los medios de producción al alcance de todos, en concreto al alcance de cualquier pequeño accionista con ganas de invertir en bolsa. Esto ha provocado que, actualmente, la gran mayoría de las acciones de las grandes empresas que cotizan en el parquet, esté en manos de accionistas, mayores o menores, que ponen su dinero a trabajar. Siempre hay, lógicamente, accionistas mayoritarios que controlan la estrategia (de negocio y financiera) de la empresa. Estos accionistas, desde luego, nombran presidentes, consejeros y consejeros delegados que se encargarán de la gestión de la empresa, en mayor beneficio de... quién?
Uno pensará que los consejeros y directivos de las empresas deben de haber salido de esa clase privilegiada que tradicionalmente ha sido dueña del capital, y que, por lo tanto, siguiendo su propio paradigma de “la tierra y sus frutos para el propietario”, harán ímprobos esfuerzos para maximizar los beneficios de la empresa y entregarlos a sus propietarios (los accionistas) en forma de dividentos. Pero hete aquí que no es esa la realidad. Se comprueba fácilmente que los directivos de las grandes empresas del pais son, sin duda, hijos de aquellos jornaleros que gritaban la izquierdosa consigna arriba referida, porque han decidido impartir justicia, repartiendo “el dinero para quien lo trabaja”, esto es : los empleados (en pequeña medida, lógicamente, como menor mérito tienen en la gestión), y a ellos mismos (en mayor medida, como es de justicia). Esto es : una distribución del beneficio proporcional, entre los trabajadores de la empresa. Así, las empresas (si no hay OPAs por medio que enturbien la gestión) no entregan a sus propietarios -accionistas- sino una pequeña parte del fruto de las callosas neuronas de sus trabajadores (principalmente, como hemos dicho, directivos)
Justicia por fin. El dinero para quien lo trabaja. Y todavía hay hipócritas (los pobres, claro, los de siempre), accionistas, que piden que los beneficios de la empresa se entreguen a los propietarios.
Desde luego...
Artículo de Jacinto Ortega en Economía y Sociedad
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