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A cova do congro

Cores

Estou nestes intres escoitando ó teu querido Calamaro. "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos". Casualmente onte merquéi -numha librería de viejo-  umha antología de Cesare Pavese, i esta manhá vinha no metro a ler "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos". Os poemas só coinciden en título e dureza. De repente tudo se enche de referencias ó suicidio. Nom sei a cor das pastillas que tomóu Pavese para se suicidar, pero seguro que eran a mesma que a da sustancia "que me dejó flaco" (Calamaro). E adivinha de quém é a traducçom da antología : J.A. Goytisolo. Eu nunca crín aquela historia que a súa familia inventóu para "dignificar" o seu suicidio : que caéu tentando arranxar umha persiana.
"La vida se venga -y está bien- si uno le roba el oficio. No es nada la preocupación de componer -el famoso tormento- frente a la de haber creado algo, y no saber luego qué hacer" (Il mistiere de vivere).

O caso é que, umha vez, veu a vida e tinha os teus olhos.

3 comentarios

O Congro -

En concreto, parece que eran 16 tubos de somnífero... tan contundente coma um tiro.
Nom conhecía o poema. Moitas graças. De entre os catro Panero (Luis pai, Juan Luis, Leopoldo María e Michi), quédome como L.M., que en El Desencanto, definía ós seus irmáns algo así como "Juan Luis es un paranoico, es decir, aburrido. Michi al menos es esquizofrénico, mucho más divertido".

adelita -

ha, ha, pero equivócome... non podo desculparlle o das pastillas :-)

e para finalizar, un poema que talvez non coñeza vostede, de juan luis panero:

A LA MAÑANA SIGUIENTE CESARE PAVESE NO PIDIÓ EL DESAYUNO

Solo bajó del tren,
atravesó solo la ciudad desierta,
solo entró en el hotel vacío,
abrió su solitaria habitación
y escuchó con asombro el silencio.
Dicen que descolgó el teléfono
para llamar a alguien,
pero es falso, completamente falso.
No había nadie a quien llamar,
nadie vivía en la ciudad, nadie en el mundo.
Bebió el vaso, las pequeñas pastillas,
y esperó la llegada del sueño.
Con cierto miedo a su valor
-por vez primera había afirmado su existencia-
tal vez curioso, con cansado gesto,
sintió el peso de sus párpados caer.
Horas después -una extraña sonrisa dibujaba sus labios-
se anunció a sí mismo, tercamente,
la única certidumbre que al fin había adquirido:
jamás volvería a dormir solo en un cuarto de hotel.

adelita -

que eu saiba, mr. congro, pavese suididouse pegándose un tiro, non con pastillas; non é o mesmo.